Ingvar Kamprad, exitoso y ahorrativo

Ingvar Kamprad empresario de éxito
Ingvar Kamprad empresario de éxito

Ingvar Kamprad, un empresario sueco que se convirtió en uno de los hombres más ricos del mundo con Ikea. Una potencia en mobiliario de diseño simple y bajo costo.

Paso su infancia en una granja. Ordeñaba vacas, era disléxico y le costaba concentrarse en la escuela. Su familia era muy pobre y ganaba dinero vendiendo fósforos y lápices. Con diecisiete años, registró su negocio de encargos de artículos para el hogar por correo.

En las sucesivas siete décadas, Ingvar Kamprad transformó a Ikea en el comerciante de muebles más grande del mundo. Con más de trescientas cincuenta tiendas en veintinueve países de Europa, Norteamérica, el Caribe, Oriente Medio y Asia.

Su primera exposición de muebles la abrió en mil novecientos cincuenta y tres. En mil novecientos cincuenta y ocho, se convirtió en la primera tienda de Ikea. En la década siguiente, abrió en Estocolmo, en otros sitios de Suecia, en Dinamarca y Noruega.

Espantados por las progresivas ventas de la compañía, sus competidores organizaron un boicot con los proveedores de Ikea. Pero resultó contraproducente. Ingvar Kamprad fue a Polonia en búsqueda de materiales y fabricación, lo que redujo aún más los costos.

En mil novecientos ochenta y cinco, el primer Ikea abrió en EE.UU., cerca de Filadelfia. En los noventa, se hizo popular en Europa del Este. Y en dos mil, llegó a Rusia y China. La compañía poseía la mayoría de sus tiendas, cerca de un diez por ciento eran franquicias.

Ingvar Kamprad poseía una fortuna y era considerado la octava persona más rica del mundo. Toda su vida difundió el ahorro, que consideraba la base del éxito de Ikea.

Ikea se concibió en base a la moderación, fundando tiendas en terrenos menos costosos fuera de las ciudades. Adquiriendo materiales con descuento. Restando el personal de ventas para que los consumidores logren comprar sin presión. Embalando los artículos en cajas planas para que los clientes los lleven para ensamblarlos en el hogar (siguiendo instrucciones).

En mil novecientos setenta y seis, Kamprad escribió “El testamento de un comerciante de muebles”. Con mandamientos que refieren la sencillez como una virtud y el desperdicio como un pecado. Se esperaba que los empleados absorbieran el espíritu de Ikea. Fueran humildes, limpios y corteses, no solo expertos de los productos de Ikea, sino entusiastas de su pensamiento corporativo.

Ahorrador, sin exagerar.

Viajaba en clase económica, se albergaba en hospedajes baratos y solo gastaba en gangas. Se esperaba que sus ejecutivos siguieran ese ejemplo. No obstante, pese a su fama de templado, su casa era una villa con vistas al lago de Ginebra. Y tenía una finca en Suecia y viñedos en Provenza. Manejó un Porsche, así como el Volvo antiguo que ostentaba.