La acción con rapidez, son dos puertas para solucionar un inconveniente. En ocasiones resulta difícil aceptar que tomamos una mala decisión. Contratamos al empleado errado, o escogimos el trabajo donde no encajamos del todo, o emprendimos un negocio con productos que no calaron en los consumidores. Los consejos que vuelan por los aires son que debemos ser optimista y decretar que el éxito está al voltear en la esquina.
Por momentos, según crecen las pruebas comienzas a titubear sobre tu idea. Pero puede ser molesto aceptar el error delante de tus compañeros y tu equipo profesional. Aquí te dejamos algunas sugerencias de lo que debes hacer cuando percibes que has tomado una mala decisión.
Acción con rapidez… comportamiento frente al error
Reconocer: Reconocer que te equivocaste y actuar en consecuencia. Las falsas creencias de no bajar la cabeza, nos condiciona a no querer finalizar con algo en lo que ya se ha invertido tiempo, dinero o esfuerzo. Por ello muchas personas se mantienen en relaciones desdichadas. Es mejor admitir la pérdida en este momento, en lugar de arrastrarla y derrochar aún más recursos.
Hallar la solución: Quizá se ha contratado a la persona errada para el empleo. Sin embargo, pero si la persona actúa correctamente y está dispuesta a formarse para mejorar sus habilidades, termine siendo una elección apropiada.
Así mismo, si un trabajador que comienza un nuevo empleo y este no complace sus perspectivas, debería asegurarse de no desperdiciar su tiempo. Y debe escoger otra alternativa fuera de la empresa. De cualquier manera, es fundamental tener un enfoque claro de cómo corregir esa mala decisión.
Experiencia con aprendizaje: existen malas decisiones que no pueden predecirse de modo realista. Quizá no se evaluó con cuidado al nuevo aspirante para el puesto de trabajo, y te dejaste llevar por tu instinto en lugar de averiguar y comprobar su curriculum.
Date el tiempo necesario para comprender qué salió mal. Percibir los sesgos de toma de decisiones y trazar un plan para prevalecer logra ayudarte a ser más duro durante el proceso de toma de decisiones.
Comparte el conocimiento: Posiblemente sea lo más arduo ya que nos pide combatir contra nuestra vanidad. La reacción normal ante estas situaciones es limpiar las malas decisiones y depositarlas debajo del tapete y simular que jamás ocurrieron. Existe un gran poder en adjudicarse la responsabilidad. Aceptar un error y compartirlo nos permite conseguir el respeto de las personas.
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