El Fracaso es una puerta que se abre ante el éxito. I parte

El fracaso, como herramienta de éxito
El fracaso, como herramienta de éxito

La vida está compuesta de éxitos y de fracasos. El fracaso, aunque nos produzca sufrimiento nos ayuda a templar el carácter. Se aprende más con las desilusiones que con los éxitos. Ya que, nos empuja a analizar desde otra perspectiva los aspectos que no han dado los resultados deseados.

Los propósitos que alcanzan un buen término son aquellos que han tenido presente tanto la idea creativa como la realidad. A veces la creatividad avanza tanto que no puede brotar en un terreno que todavía no está preparado.

Razón por la cual el fracaso no representa siempre que nos hayamos equivocado totalmente.

Grandiosos genios de la humanidad fracasaron durante su vida. Sufriendo apatía y miseria. Fueron reconocidos recién después de muertos.

El fracaso reduce la autoestima y incita la aparición de desconfianza y duda sobre nuestros planes.

Los proyectos deben reposar sobre bases sólidas, realistas, coherentes y no deben abarcar demasiado.

Si nos sorprende el fracaso hay que evitar dejarse vencer por el desánimo.

Asumirlo y empezar de nuevo con tenacidad, fortalece.

Cuando estamos pendientes de los resultados, la esperanza le da sentido a la vida. Sin percatarnos de que el proceso creativo, que se desenvuelve en el aquí y ahora, tiene mucho valor, independientemente del producto.

El fracaso, es miedo a no ser reconocido
El fracaso, es miedo a no ser reconocido

La insatisfacción nace con la necesidad de reconocimiento. Precisamos que los demás nos ratifiquen lo que nosotros dudamos, la verdad sobre nuestro propio valor.

Lo importante es ser honestos con nosotros mismos y dando lo mejor para el bien propio y de los demás, vale más la intención que el objeto.

Cada ser humano es único y la vida es una oportunidad para desarrollar el potencial con un estilo propio.

Algunas personas fracasan en sus propósitos antes de tener éxito, pero lo meritorio es el intento y seguir adelante. Porque el fracaso no precisa nuestra personalidad, la cual no debe sentirse subestimada por las dificultades.

Reconocer nuestras aptitudes y limitaciones es distinguir nuestro propósito y nuestras fronteras.

Sacar lo mejor de uno mismo e intentar concretarlo, sin sentir miedo al fracaso, es la mejor fórmula para vivir una vida plena.