El origen de las actividades comerciales

El origen de las actividades comerciales
El origen de las actividades comerciales

El origen de las actividades comerciales, se remontan a muchos siglos atrás. Lo que conocemos actualmente como franquicia esta datado desde la edad media; período en el cual un soberano otorgaba o concedía un privilegio a sus súbditos, (“cartas francas”). Para realizar en determinadas zonas del reino actividades tales como la pesca y la caza. Estas autorizaciones o privilegios se designaban utilizando el término “fran”.

En esa época la Iglesia Católica concedía, a ciertos señores propietarios de tierras, libertades para que actuaran en su nombre en la recaudación de los diezmos debidos a la iglesia; permitiendo que un porcentaje de lo recaudado fuera para ellos, a título de comisión y el resto para el Papa.

El origen de las actividades comerciales se remonta a la edad media, con la intervención de la iglesia
El origen de las actividades comerciales se remonta a la edad media, con la intervención de la iglesia

El origen de las actividades comerciales y de la palabra franquicia, bien podría ser el término francés “franc”

Y es que durante el medievo fue aplicado como anteriormente se ha expuesto. De hecho el primer documento que refleja la concesión de una franquicia está fechado en marzo de 1232. Este fue otorgado en la localidad francesa de Chambey.

Con la llegada de la Edad Moderna perdemos la pista al término franquicia en Francia, de la que no tenemos constancia documental hasta ya entrado el siglo XXI. Después del triunfo de la Revolución Francesa, la palabra desaparece junto con los privilegios otorgados a los nobles; y no es hasta el siglo XIX que renace en el Nuevo Continente, con una concepción diferente. Y esta vez en los Estados Unidos de Norteamérica.

En efecto, las necesidades de expansión de la industria del Norte, triunfante tras la guerra civil, lleva a los empresarios a buscar la colaboración de los comerciantes del Sur y del Oeste. Reaparece pues el término franquicia. Esta vez ya contiene la esencia que lo caracterizará hasta nuestros días. Es decir, la colaboración entre empresarios independientes para la obtención de un fin común.

El diccionario de la Real Academia Española la puntualiza como una “concesión de derechos de explotación de un producto, actividad o nombre comercial, otorgada por una empresa a una o varias personas en una zona determinada”.

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