Emprendedores sobreviviendo a tiempos retadores

Sin título

 

 

 

Por más que nos empeñemos en hacer de nuestro viaje al éxito un plácido recorrido, con los menores contratiempos posibles, intentando minimizar los riesgos que implica y salvando a cada paso los obstáculos que se presentan, se hace prácticamente indefectible la aparición de vicisitudes que dificultan nuestro accionar y que, muchas veces dependiendo de su gravedad, pueden poner en peligro nuestro cometido.

 

La naturaleza de esas contingencias pueden ser variadas, y su origen puede hallarse radicado bien en las gestión interna de una empresa o, más posiblemente, puede que sean producto de causales exógenas, relacionadas con el entorno en el cual ésta se desenvuelve.

 

Ciertamente, no podemos olvidar que una gestión empresarial conforma una simbiosis con el medio en donde se desarrolla, y ese medio siempre plantea y planteará desafíos que deberán ser aceptados y franqueados. Nuestra realidad se caracteriza por ser cada vez más retadora y por poner a prueba no sólo la capacidad del emprendedor de carear estas situaciones, sino también su ingenio, creatividad e incluso, la resolución que tenga para alcanzar los ideales que ha proyectado.

 

De ahí, que los momentos difíciles puedan ser entendidos como inhibidores o aletargadores de los procesos productivos de una empresa, o por el contrario, como potenciadores y propulsores de sus fortalezas, impulsándola a evolucionar y superarse a sí misma. Todo dependerá de la perspectiva.

Por eso, resulta fundamental tener lineamientos claro y preconcebidos que sirvan de guía a seguir para hacer frente a esos tiempos retadores que, tarde o temprano, se harán presente para exigir algo más de nosotros y de nuestras organizaciones. Valgan las siguientes directrices como ejemplos:

 

1. Mantener el ideal

Es imperativo que nuestras aspiraciones iniciales sean la base de donde nazca la inspiración para seguir adelante y superar los reveses que pueden surgir. La motivación es la clave.

Resulta de suprema importancia reconectarse con ese ideal, y a partir de allí reforzar, redefinir o simplemente redirigir nuevas estrategias y nuestros esfuerzos, pero sin perder el foco que nos hizo dar ese primer paso.

Puede ser necesario emprender cambios estructurales, y la coyuntura que se erige ante nosotros como una oportunidad de alzar la voz de líder y tomar las decisiones tácticas requeridas para volver a enfilarnos hacia el norte elegido.

 

2. Intensificar la resiliencia

Este es un término que ha alcanzado cierta popularidad en los últimos tiempos, y tal como refieren E. Chávez y E. Yturralde (2006) consiste en la “capacidad que posee un individuo frente a las adversidades, para mantenerse en pie de lucha, con dosis de perseverancia, tenacidad, actitud positiva y acciones, que permiten avanzar en contra de la corriente y superarlas”.

Si se aplica este concepto al ámbito del emprendimiento, se advertirá el nivel de trascendencia que ostenta pues refiere la necesidad de la organización de ser consciente de su redor y asumir una actitud dinámica, tendiente a adaptarse de manera positiva a las condiciones que, quizás en un principio, pudieran ser vistas como adversas. Si se quiere, puede incluso entenderse como un mecanismo de autodefensa, como el mimetismo animal, que le permitirá a la empresa no sólo sobrepasar la crisis sino aprender de ella.

 

3. Involucrar a los colaboradores:

Algo tan simple como hacer sentir a los colaboradores parte fundamental del negocio y pieza imprescindible de la iniciativa, puede marcar la verdadera diferencia entre salir victorioso ante una situación desafiante o sucumbir ante ella. Es por eso que entre más involucrado estén los trabajadores en los procesos, y tengan mayor conocimiento de la rentabilidad, los riesgos, las dificultades que involucra el negocio, mayor será el nivel de comprensión de éste hacia la organización.

El nuevo entorno empresarial exige que el colaborador se involucre en la toma de decisiones de la empresa en la cual hace vida, pues así se sentirá efectivamente parte de ella, facilitando su enganche emocional con la organización, lo que resulta de suprema importancia pues le dificultará la decisión de abandonarla, al sentir que tiene un compromiso afectivo que lo ata a ella. De esta forma se puede prevenir, hasta cierto punto, la aparición de una nueva dificultad que siempre surge en momentos álgidos en las empresas: la fuga o huida de nuestro talento.

 

De todo esto se colige la urgencia de concientizar que, independientemente que las condiciones para desarrollarnos no siempre serán las más óptimas, dependerá de nuestro enfoque, actitud y visión estratégica las resultas positivas o negativas que de ellas logremos conseguir.  Para finalizar, piénsese en cómo una crisis puede ser entendida como un reto para poner a prueba la solidez y templanza de su organización, y cómo una zona de confort, aun en el éxito, puede llegar a ser un factor de conformismos que atrofie los procesos y aniquile las iniciativas.   

 

Cindy Di Felice 

10/27/2015