La desconfianza es primer paso para la improductividad

La desconfianza es el primer paso para la improductividad
La desconfianza es el primer paso para la improductividad

Hay un refrán que reza: piensa mal y acertaras, pero la desconfianza en el entorno laboral es el primer paso para que aparezca la improductividad. Y para que un negocio funcione, es preciso que todos los miembros del equipo se sientan parte de ella, valorados e identificados con los objetivos del mismo, y la confianza es la clave.

Existen casos en el cual algún trabajador comete un error en su trabajo. Pero cuando la forma de solucionar ese error interno es hacer pagar al resto del equipo por el mal proceder de un empleado, el mal ambiente será el inicio de la falta de productividad.

¿Quién tiene ganas de asistir a su trabajo y rendir al 100% si la desconfianza está presente?

La comunicación es lo fundamental: Si aparece un inconveniente con un trabajador. Por ejemplo, que no ha sido franco con la empresa, y ha procedido de modo poco transparente; el primer paso es conversar con él, y aclararle que su conducta no sólo le ha afectado a él sino a sus compañeros.

Tomar decisiones y si se cree preciso optar por el despido. Todo muy de sentido común. Pero ¿por qué tomar medidas con el resto del equipo sin narrar lo que ha sucedido?

Cuando se da pie a los rumores, en lugar de establecer una reunión para manifestar que ha surgido un inconveniente serio con un compañero, estamos provocando que los hechos se adulteren. El ambiente laboral se torne incómodo y de pronto, todos se sientan responsables sin haber cometido falta alguna.

La desconfianza torna el ambiente incomodo y toxico
La desconfianza torna el ambiente incomodo y toxico

Claridad y firmeza: Si un equipo de trabajo es liderado por una persona que no se atreve apostar por la claridad; es decir, comunicar ese mal proceder que ha afectado a la empresa con el resto de los empleados con normalidad y aclarando que, no apuesta por ese perfil de empleado, deja vía libre a los comentarios.

Esa idea errónea de “pagar justos por pecadores”. Quizá, el que lo ha hecho mal pague, pero no es razonable ni preciso que el resto del equipo también lo haga. Si de un momento a otro, un empleado nota que debe solicitar la firma de un cliente cuando efectúa una visita porque ahora esas son las normas; sentirá que hasta ahora no han confiado en él y que todo su esfuerzo ha caído en saco roto.

Recompensar el buen trabajo: en alguna ocasión se ha hablado del salario emocional ya que los trabajadores son el activo primordial de una empresa. Y no sólo se aprecia su rendimiento con una nómina, sino con las palabras.

No es lo frecuente, pero el reconocimiento de la labor de una persona se agradece y mucho. La productividad no sólo lo acompaña el dinero, el cual es muy importante, sino de sentir y percibir que nuestro trabajo es apreciado.

Si la desconfianza surge en el ambiente con forma de nuevas normas, más requerimientos de lo habitual sin explicación, un empleado no deseará pisar ese lugar; y, por lo tanto, su responsabilidad y productividad se reducirá.

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