Mentir para triunfar… ¿es válido?

Mentir para triunfar… ¿es válido?
Mentir para triunfar… ¿es válido?

Mentir para triunfar… ¿es válido? Debemos construir nuestra vida personal y profesional con fundamentos sólidos.

La película de “Coco”. Es una excelente película y con una gran cantidad críticas (positivas) este filme está relacionado, principalmente, con la aproximación que tiene la historia hacia los vínculos familiares y su importancia en la vida de las personas.

No obstante, hay un aspecto de la trama que puede ser enriquecedor reflexionar y es el que trata sobre la historia del personaje llamado Ernesto de la Cruz. Este es el antagonista principal de la película. Es el músico más famoso de la historia de México que muere prematuramente y es tan o más querido en la Tierra de los Muertos.

Por otro lado, el dato relevante es que De la Cruz llegó a la cima realizando acciones éticamente incorrectas; y, como mentir tienen patas cortas, se descubre la farsa y el tan amado cantante pasa al olvido.

Mentir para triunfar ¿Qué nos puede enseñar este personaje de película infantil a los profesionales o adultos que construimos un camino en la vida personal y laboral? Muchas cosas. Pero vamos a enfocarnos en las más importantes:

Crecer profesionalmente con trampas, mentiras y fraudes sin ser descubiertos en un lapso; puede hacernos sentir que conseguimos el éxito impunemente y que esta situación puede ser sostenida eternamente. Uno no hace la “gran estafa” en un instante magistral de su vida. Por ello, suele pasar que se van efectuando actos pequeños de corrupción que no son descubiertos por los demás y vamos ganando “confianza”. Tarde o temprano, sale a la luz. Por una u otra razón.

Debemos entender que las acciones honestas nos acercan a nuestro bien supremo, es decir, a la felicidad. Por lo tanto, cualquier acto, por más insignificante que sea, que nos lleve a alejarnos de este fin solo nos traerá fracaso; o consecuencias negativas en nuestro desarrollo personal y profesional. Y esto puede verificarse en el corto, mediano o largo plazo.

Si buscamos la excelencia tanto a nivel personal como empresarial, no podemos consentir (nos) actos poco éticos con excusas como son el bajo control que existe o que “todo el mundo lo hace”. Debemos recordar que una persona crece en virtud cuando la práctica, tanto a nivel público como privado. No podemos considerarnos honestos, por ejemplo, porque nadie se da cuenta de que estamos mintiendo.

Cuando uno actúa éticamente mal, las consecuencias de los actos no se quedan encapsuladas en sí mismas, sino que nos afectan a nosotros mismos, a la empresa y a nuestras familias. Asimismo, si nuestro trabajo tiene que ver con la enseñanza o nos pone en posición de liderazgo de opinión, nuestras malas acciones tendrán un impacto negativo también en las personas que confiaron en nosotros.

Labrar un futuro en base a mentiras o actos de corrupción no es augurio de buenos resultados. La simple enseñanza de los dibujos animados puede ser una muy buena ocasión para reflexionar sobre la necesidad de que los fundamentos sobre los que se construye nuestra vida profesional sean sólidos, auténticos, de modo que permitan un desarrollo personal y laboral sostenible en el tiempo.

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