El orgullo sano, en un ambiente laboral hostil

El orgullo sano, en un ambiente laboral hostil
El orgullo sano, en un ambiente laboral hostil

Existe el orgullo sano, ese que nos hace sentirnos orgulloso de nosotros mismos, es un sentimiento positivo. Un sentimiento que alimenta nuestra autoestima, una especie de recompensa que nos anima a seguir adelante. Todos tenemos muchas razones y motivos para sentirnos orgullosos; pero, en ocasiones tendemos a ver sólo lo contrario.

Ciertamente, el orgullo no es algo malo, y menos en el contexto profesional. El orgullo sano además de hacernos sentir bien; nos colocará en su sitio si alguien trata de hacernos sentir que no valemos o que nuestro trabajo es pésimo. En fin, ese tipo de compañeros o superiores que gozan minando la moral del otro.

La vanidad vs el orgullo sano

La diferencia entre tener confianza en uno mismo y sentirse orgulloso de tus logros y ser un narcisista, radica en que no buscamos la aprobación de los demás, ni saboteamos el trabajo de otros para brillar.

Por ello, es primordial reconocer lo que valemos, y no hacemos referencia de logros como escalar el Everest. Cada uno destacamos por algo especial y es en ello donde deberíamos ser conscientes y recordarlo de vez en cuando. Así que, una persona que se valora, no precisa el reconocimiento constante del otro.

Está de moda el salario emocional, y por fortuna muchos jefes alientan a sus empleados y existe una relación cordial. Sin embargo, en la gran mayoría de casos, no es así. No resulta un comportamiento habitual.

Por esta razón, si no esperas el elogio continuo, aunque fuera lo correcto o justo por lo mucho que te implicas en tu puesto; te centraras en algo más valioso: la opinión que tienes de ti mismo.

El sentirse a gusto en la piel de uno, no solo es un asunto imprescindible; sino también un arma extraordinaria frente a jefes, compañeros o conocidos que tratan de hundirnos en el trabajo. Esto se da a diario, por desgracia, y lo llamamos acoso laboral o sencillamente: un pésimo ambiente.

Las señales más claras de que esa otra persona ha detectado que nos falta orgullo del sano, las veremos cuando no exista respeto, y sí desprecios.

Dentro de unos límites (en el trabajo no siempre se puede alejar uno de esa persona tóxica) habrá que alimentar ese orgullo sano para aprender a decir no, en la medida que sea posible y no olvidar jamás nuestras capacidades.

La escritora británica, Jane Austen decía:

“La vanidad y el orgullo son dos cosas completamente distintas, aunque a veces se utilicen como si fueran sinónimos. El orgullo se relaciona más con nuestra opinión de nosotros mismos; la vanidad con lo que otros piensan de nosotros”.

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