La emancipación de la mujer: las damas pioneras en el ciclismo

Romper esquemas en el siglo XIX
Romper esquemas en el siglo XIX

Finalizando el siglo XIX, las mujeres comenzaron a romper esquemas sociales, y se fueron convirtiendo en las más apasionadas por las nuevas bicicletas con pedales.

Los primeros modelos de bicicletas aparecieron desde el año 1817. Radicaban en una barra que acoplaba dos ruedas. Estos “velocípedos”, tenían la rueda delantera más grande que la trasera.

La transformación de las bicicletas también vino a romper esquemas
La transformación de las bicicletas también vino a romper esquemas

Este camino fue largo, ya que no fue hasta el año de 1870 que se le agregaron pedales, con ruedas de igual tamaño y cadenas que transmitían la energía del pedal a la rueda trasera.

Esto permitía avanzar, igualmente acrecentaba las posibilidades de salir ileso de la aventura. Mucho más seguras, las bicicletas de principios de la Belle Époque empezaron a venderse a precios exorbitantes a aquellos que podían permitírselo.

Las normas de comportamiento de la época aclaraban que una dama en la calle no debía hacer nada que llamara la atención de los caminantes. Tampoco debían caminar rápidamente, ya que esto era una señal de mala educación, igual que platicar en voz alta o agitar los brazos lejos del cuerpo.

Las mujeres de clase alta se arriesgaban a montar en este nuevo invento, porque les regalaba la posibilidad de moverse con mayor autonomía y rapidez en un mundo que las estaba condenando a estar confinadas en la vivienda familiar.

Mujeres de clase alta comenzaron a romper esquemas
Mujeres de clase alta comenzaron a romper esquemas

Estas pioneras atraían todas las miradas, lo que ya de por sí era malo.

Las mujeres que usaban la bicicleta, acababan por romper esquemas establecidos sobre la conducta femenina y se transformaban en una persona de precaria moral

Estas pioneras no solamente afrontaron los encajonados prejuicios de la época. Confrontaron un inconveniente aún mayor: el atuendo femenino. Este estaba conformado por pesados vestidos, incluso la ropa interior pesaba unos seis kilos. Y ajustados corsés.

El escándalo acompañó a las primeras ciclistas. A la londinense Emma Eades la recibían a pedradas, y a muchas otras las vilipendiaban y agredían.

Los médicos de la época consideraban que el ciclismo era una actividad perniciosa para el cuerpo femenino. Montar en bicicleta, opinaban, lograba originar la esterilidad y trastornos nerviosos.

La valentía de usar pantalones las mujeres en esa época,

fue algo absolutamente rechazado

En del siglo XIX, Amelia Bloomer ideó unos pantalones anchos de musa turca que eran prácticamente una falda dividida en dos.

Estos bloomers recibieron el más absoluto rechazo. Ciertas mujeres ciclistas resolvieron vestir estos pantalones para conseguir pedalear a gusto. Sin embargo, las diatribas e inclusive los ataques físicos imposibilitaron que esta idea progresara.

Mujeres con pantalones el mayor motivo para romper esquemas
Mujeres con pantalones el mayor motivo para romper esquemas

Los sacerdotes ofrecieron reprimendas para destacar lo obsceno del asunto. A las profesoras francesas se les impidió asistir con pantalones a la escuela. A la noble Lady Haberton se le imposibilitó entrar en una cafetería donde intentaba beber algo antes de montar de nuevo en su bicicleta.

La batalla por los pantalones estaba perdida. No obstante, se había evolucionado un largo trecho en la libertad femenina.

Algunas pocas valientes siguieron usando los bloomers para montar en bicicleta: la mayoría continuó usándolos con vestidos u ocultando los pantalones bajo la falda, para recogerla, sólo a salvo de miradas inoportunas.

La bicicleta se hizo popular

Paulatinamente, la imagen de la mujer en bicicleta comenzaba a dejar de ser extraña. Más baratas, las bicicletas se difundieron. Aparecieron muchos clubes femeninos que brindaban la oportunidad de viajar en compañía y evadir así el acoso callejero.

La publicidad exhibió el ciclismo como una actividad majestuosa. Los médicos comenzaban a recomendaban montar en bicicleta, y los reporteros advertían en la ciclista a la “nueva mujer”.

La Belle Époque, sus mujeres y las bicicletas van a romper esquemas
La Belle Époque, sus mujeres y las bicicletas van a romper esquemas

El fenómeno ya era tan popular que, a finales de la Belle Époque, una mujer soltera se molestaba porque ya no se conseguía ligar sin montar en bicicleta. Por mucho que se ampliará los espacios de su género, a ella le incomodaba sobremanera las incomodidades de este deporte. Nunca ha llovido a gusto de todos.

Fuente: The national geographic