El salario emocional no paga las deudas. Indudablemente, que dentro de una empresa el hecho de ser tratado de una forma amable, respetuosa y cercana es de agradecer. Sin embargo, para ser francos: tenemos que pagar las cuentas que llegan cada mes; y la palmadita en la espalda no asume el gasto de la luz y el agua.
Otro extremo es cuando el empleado, contratado por la empresa, siente que no es valorado; y en lugar de recibir algún gesto positivo por su actuación, obtiene silencio y hasta menosprecio. ¿Hay un término medio para no caer en el buenismo?
¿Como se maneja las ventajas del salario emocional? Porque ser jefe es complejo, pero ser empleado aún más
No es fácil gestionar una empresa. Y es admirable que una persona se atreva a levantar un negocio. Que esté lleno de buenas intenciones; y esto le lleve a acoger todas las modas y conductas que se creen correctos en la actualidad, y el salario emocional en una de ellas.
¿Cómo no va a ser positivo sentir que tu trabajo es valorado? Efectivamente, es lo que todo profesional busca sin interesar a qué sector pertenezca. Pero, siendo prácticos y coherentes, y escuchando los consejos que facilitan algunas consultoras ¿esos esfuerzos están valiendo para fidelizar al trabajador?
Si pretendes que ese empleado siga en la empresa, valora también su salario. En ocasiones, se toca lo absurdo cuando se intenta implantar una manera de trabajar extraña en una cultura que difiere mucho de lo que la otra ofrece. Por ejemplo, el que haya un buen ambiente en el trabajo es lo natural; pero pretender que como en Japón, el trabajador crea que la empresa es su familia, hay un espacio.
Ser productivo, cumplir con tu horario, ser cordial con tus compañeros y practicar la empatía es lo natural. Los aderezos que van de la mano de un cuarto para jugar, gimnasio, yoga, no son propuestas realistas. A un empresario en la actualidad le cuesta pagar a sus empleados.
Si a un trabajador le prometes la posibilidad de tener un contrato digno, un salario igual de digno y no invertir su tiempo libre y personal en la empresa, por mucho que esté de moda, éste igualmente será feliz y trascenderá en la productividad.
Basta con investigar a cualquier persona que se dirija a su trabajo por la mañana y le planteemos si le gustaría que su jefe fuera más cordial o que no tuviera que hacer horas extra que no le pagan. Comprensiblemente optaría por lo segundo. Y que sea amable, sería lo normal no un extra.
Facilitar la vida de un trabajador no es hacerle creer que forma parte de una familia simulada; es respetar su inteligencia y pagar lo que merece. Que la conciliación no sea un abrazo por parte de un compañero y que sienta a fin de mes que logra vivir con lo que se le paga. Esa es la cruel realidad y lo que hace que un trabajador sienta que su jefe le respeta.
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