Clientes tóxicos, pero rentables para la empresa

Clientes tóxicos
Clientes tóxicos

Existen clientes tóxicos, algunos más rentables que otros para el negocio. Sin embargo, se conservan dentro de la cartera de clientes por ser importantes en un sector, por su influencia, a causa de nos trasfieren más clientes, etc. Así mismo son clientes tóxicos, que presumen ser un barril de horas dedicadas y sin beneficios. Y no obstante numerosas empresas son incapaces de renunciar a estos clientes.

Al mismo tiempo, es un cliente que persistentemente te culpa de todas sus contrariedades. Esto quiere decir que entrar a su negocio, efectuar cualquier modificación o intervención será un barril sin fondo de horas para intentar a remediar complicaciones que no tienen precisamente que ver con lo que nosotros hemos efectuado.

Que se realizó una modificación en la página web y no le trabaja la computadora personal de su hijo; error nuestro que seguramente le ha ingresado un virus al visitar la página web para advertir cómo había quedado. Este parece un ejemplo excesivo, pero nada tan apartado de la realidad. Cualquier cosa que tenga una mínima correlación con lo que hayamos hecho, presumirá que nosotros lo debemos corregir.

Los clientes tóxicos nos culpan de todos sus males
Los clientes tóxicos nos culpan de todos sus males

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Esos clientes tóxicos de los cuales la empresa no se quiere desprender

Igualmente, es un cliente que siempre te solicita mucho más y más de lo que pago; habitualmente con ultimátum de marcharse a la competitividad o emocionales. Apelando a que al no estar satisfechos con nuestro trabajo les estamos afectando administrativamente.

Sin embargo, pese a todo esto, numerosas empresas no se atreven a desistir de estos clientes. Olvidando que conservar a este tipo de clientes tóxicos en la cartera simboliza que no conseguimos atraer a otros nuevos o sencillamente no le suministramos el cuidado debido a los que ya poseemos y perdemos de manera sigilosa.

Lo malo de todo es que los clientes tóxicos se suelen transformar en un tirano. Ha estirado tanto el hilo que cree que puede hacer y solicitar lo que ambicione que le serán dado. Le basta alzar el teléfono para saber que corremos a dejar lo que estemos haciendo para dedicarnos a su solicitud.