Es importante mantener a los empleados motivados. Siempre la meta de las empresas es buscar optimizar la productividad de sus empleados. Por ello es esencial la motivación de cada uno de ellos. Esto es algo muy fácil de decir, pero también complejo de lograr.
La buena noticia es que no es imposible. Así que estudiemos cómo podemos motivar a los empleados para optimizar los efectos a corto plazo. La intención primordial es reanimar su entusiasmo por el trabajo bien hecho, que ocasionalmente se disipa conforme se van cumpliendo años en la empresa.
Existe un método de los videojuegos del que deberíamos aprender. Para que este funcione y no se pierda el interés de los jugadores es preciso prometer premios a los participantes y que no sea necesario pasar horas jugando. Estos pequeños logros son los que permiten que se conserve el interés por mucho tiempo.
Por eso es preciso establecer pequeños objetivos semanales, que los empleados alcancen lograr y que aumenten para su manejo de alicientes integrales. Y esto se logra realizar en casi cualquier lugar de trabajo. Ese objetivo semanal optimiza de manera considerable la productividad.
Empleados motivados, productividad alcanzada
La productividad generalmente esta relacionada con la capacidad de concentración. Si tenemos preocupaciones familiares, personales o estamos quebrantados de salud es mejor parar e irse a casa. No tiene que ver con escapar del trabajo, sino de estar con la mejor disposición en el trabajo y ofrecer las horas para sacar adelante los trabajos establecidos.
Esto presume para diversos empleados un compromiso moral con la empresa. Ese día que se han retirado a casa por enfermedad, o a causa de tener que arreglar algo, supondrá que los días sucesivos van a actuar con mucha más esmero y ahínco en realizar bien el trabajo.
Otra alternativa que favorece la optimización de la productividad es ceder el control de un proyecto al empleado. Esto involucra poseer poder de decisión. Cuando han sido ellos los que han trazado y resuelto como debían hacerse las cosas, le ponen mucha más perseverancia en que todo salga bien.
Esto no significa que el jefe se aísle y los deje solos. Al contrario. Solo es cuestión de apartarse un poco, de que se supervise, se proponga. Sobre todo que se admita que sus indicaciones no tienen por qué ser precisamente mejores que las diseñadas por el empleado. Eso genera confianza en el empleado, y también en el jefe. Una mutua confianza.
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