
Hablar de Alicante es hacer mención a una de las piezas clave en el engranaje económico y logístico del sureste de nuestro país. No es solo una ciudad con sol y playa; es un nudo estratégico que, a lo largo de los siglos, ha resistido invasiones, ha florecido con el comercio y se ha reinventado como pocos lugares en la península. Aquí no hay espacio para mitos turísticos vacíos: la historia de Alicante está tejida con decisiones políticas, batallas y apuestas económicas que definieron el Mediterráneo español.
Quien piense que Alicante es únicamente un destino vacacional es porque no ha entendido la potencia de su legado histórico. Desde los tiempos de Lucentum hasta la reconquista, pasando por su edad dorada como puerto mercantil o su rol fundamental en la Guerra Civil, cada etapa ha dejado cicatrices y enseñanzas. Y eso, precisamente, es lo que convierte a la evolución histórica de Alicante en un manual práctico para cualquier emprendedor: cómo resistir, adaptarse y capitalizar su ventaja competitiva.
Para el desarrollo de este post sobre Alicante a través del tiempo, hice una revisión de distintos fuentes digitales, para ofrecer información precisa. Iremos desde sus raíces íberas y romanas hasta su actual papel como nodo empresarial. No se trata solo de una lección de historia, sino de entender cómo los hitos del pasado configuran el presente económico y social de la ciudad. Porque allí, todo lo que ves (desde un tranvía al puerto de cruceros) tiene una historia detrás. Y una estrategia.
Lucentum y la Alicante protohistórica: el germen de una ciudad abierta al mar
Ningún enclave alcanza relevancia histórica sin una localización estratégica. Y Alicante la tenía desde el principio. En el IV milenio a.C. ya había pequeños asentamientos agrícolas en la zona, pero fue con los íberos, especialmente los contestanos, cuando comenzó a gestarse la verdadera identidad urbana de la ciudad. El Tossal de Manises fue su epicentro, más tarde romanizado como Lucentum.
Lucentum, más que un simple asentamiento, era una puerta de entrada al comercio mediterráneo. Gracias a su puerto natural en la Albufereta, conectaba con griegos, fenicios y cartagineses. Incluso hay quien sostiene que Akra Leuké (fundada por Amílcar Barca) fue el primer antecedente de esta ciudad. Pero más allá del debate arqueológico, lo cierto es que esa vocación de intercambio es el hilo conductor de la transformación de Alicante.
Ahora bien, ¿Qué ocurrió? En el siglo III d.C., la colmatación de canales costeros convirtió la zona en marismas. Resultado: abandono progresivo de Lucentum. Pero aquí entra una constante de esta ciudad: su capacidad de adaptación. La población se trasladó a las faldas del Benacantil, donde siglos después surgiría la medina musulmana.
Lección empresarial número uno: cuando el entorno se vuelve hostil, toca moverse. Y nuestra Alicante lo entendió hace más de 1.700 años.
De Medina Laqant a ciudad cristiana: cinco siglos de frontera y fusión
Durante más de 500 años, Alicante (entonces conocida como Medina Laqant) fue parte del mundo islámico. ¿Qué implicó esto? Que siguió manteniendo su rol portuario clave, convirtiéndose en el único puerto operativo entre el Ebro y Almería. Artesanos navales, comerciantes, astilleros y una medina fortificada con castillo incluido. Para esos momentos, la ciudad ya era codiciada por su valor comercial y defensivo.
En 1248, Alfonso X el Sabio entra en escena y toma la ciudad. Otorga el Fuero Real en 1252 e impulsa su repoblación con colonos cristianos. De esa manera, pasó a manos castellanas, aunque no por mucho tiempo. En 1296, Jaime II de Aragón aprovecha la debilidad castellana y la incorpora al Reino de Valencia. Aquí empieza una etapa marcada por dos cosas: la consolidación de Alicante como plaza fuerte y su integración en una red comercial más amplia.
La historia de Alicante como frontera política es un caso de estudio sobre cómo gestionar tensiones. Guerras como la de los Dos Pedros, asedios constantes y hasta bombardeos franceses en 1691, forjaron una cultura de defensa estratégica que hoy se traduce en resiliencia institucional. Pero lo más importante es que no solo resistía, sino que también respondía.
Y en el ámbito económico, mientras otras ciudades sufrían crisis, Alicante iba ganando músculo. Su agricultura de regadío (con productos como el vino, la barrilla y los frutos secos) no solo abastecía el mercado local: se exportaba. De hecho, en 1490, los Reyes Católicos le otorgan el título de ciudad, y no fue por simpatía, sino por méritos.
Esplendor mediterráneo: comercio, defensa y ambición en la Edad Moderna
En los siglos XV y XVI, Alicante se convirtió en el principal puerto del Reino de Valencia. El flujo de mercancías era constante: telas, especias, vinos, alimentos. Y la ciudad pasó a ser un hervidero de intereses comerciales. Genoveses, franceses y florentinos establecen colonias mercantiles. El puerto era una joya económica y estratégica (Giménez López, 1990).
Uno de los proyectos más visionarios fue el Embalse de Tibi, construido en 1594. Permitió multiplicar la producción agrícola y estabilizar el suministro hídrico en toda la comarca. Aquí vemos cómo que mucho más que plantar defensa, también se buscaba optimizar su producción. Exactamente lo que cualquier negocio necesita: asegurar su cadena de suministro.
Militarmente, se refuerza el castillo de Santa Bárbara, que se convierte en una de las fortalezas costeras más imponentes del país. Además, se levantan torres de vigilancia por todo el entorno rural para prevenir ataques berberiscos. La ciudad no dejaba nada al azar. Cada punto del territorio estaba pensado para proteger su capital productivo.
Este periodo ilustra perfectamente la transformación de Alicante: de ciudad agrícola a centro logístico y comercial de primer orden. Y todo sustentado por inversión en infraestructuras, apertura internacional y control territorial. ¿Le suena a alguna estrategia empresarial del siglo XXI?
El siglo XIX: ferrocarril, tabaco y liberalismo
En 1858 ocurre un punto de inflexión en la historia de Alicante: la ciudad queda unida por tren con Madrid. Ese mismo año llega la primera locomotora alicantina y con ella, el puerto se convierte en un activo nacional para la exportación de vino, sal, pasas y tejidos (Ayuntamiento de Alicante, 2016). El ferrocarril conecta, disparando así la productividad, acorta distancias y la sitúa en el mapa logístico nacional.
Mientras tanto, la ampliación del puerto (1847) y el derribo de las murallas permiten el desarrollo urbano. Aparece el ensanche, se multiplican los barrios, la ciudad respira modernidad. Y por si fuera poco, en 1801 se inaugura la Real Fábrica de Tabacos. Para 1870, más de 5.000 cigarreras trabajan en ella. Es decir, hablamos de una ciudad que, a golpe de industria, empieza a tejer una clase obrera sólida y una burguesía mercantil dinámica.
Veámoslo más claro:
| INFRAESTRUCTURA | IMPACTO ECONÓMICO Y SOCIAL |
|---|---|
| Ferrocarril (1858) | Conexión directa con Madrid, impulso al comercio |
| Puerto ampliado | Exportación masiva, atracción de capital extranjero |
| Real Fábrica de Tabacos | Industrialización, empleo femenino masivo |
| Ensanches urbanos | Crecimiento demográfico, inversión inmobiliaria |
En paralelo, el liberalismo gana terreno. Alicante se convierte en bastión progresista: apoya la Constitución de 1812, rechaza el absolutismo, y protagoniza pronunciamientos como el del coronel Boné en 1844 (Giménez López et al., 1990). Aquí la política no es un simple telón de fondo, sino que ya resuena como parte de la transformación de Alicante.
Alicante bajo fuego: entre bombardeos, reconstrucción y turismo pionero
Avanzamos al siglo XX. Alicante da sus primeros pasos como destino turístico mucho antes del “boom” franquista. Ya en 1860, durante la visita de Isabel II, el Ayuntamiento articula un plan de promoción: precios especiales en fondas, fiestas y zarzuelas (El Español, 2022). En 1889 nace el Club de Regatas. En los años 20, las Hogueras de San Juan empiezan a consolidar la imagen de Alicante como ciudad festiva, cultural y marítima.
Pero llega la Guerra Civil, y la ciudad lo paga caro. Alicante permanece leal a la República hasta el final. Entre 1936 y 1939 sufre 71 bombardeos. El más brutal, el del 25 de mayo de 1938, deja 313 muertos civiles en el Mercado Central (Pérez Oca, 2014). Es el Guernica alicantino. El trauma es profundo, pero la respuesta es contundente: reconstrucción inmediata y resistencia civil.
El puerto, pese al caos, se mantiene operativo. Y en 1939, el carguero Stanbrook parte abarrotado de refugiados. Es uno de los últimos gestos de dignidad republicana antes de la entrada franquista. Después viene la represión, pero también, de nuevo, la capacidad de adaptación, Alicante sobrevive.
En los años 60, con el Plan Nacional de Turismo, explota su potencial: hoteles, playas, autopistas. El aeropuerto se inaugura en 1967. La ciudad se convierte en destino europeo. Se construyen urbanizaciones. Se redefine el modelo productivo.
Principales pilares del resurgir turístico (1960s):
- Inversión en hoteles e infraestructura de transporte
- Promoción de la Costa Blanca en mercados europeos
- Eventos culturales como las Hogueras y regatas internacionales
- Imagen de ciudad abierta, soleada y hospitalaria.
Siglo XXI: ciudad innovadora, logística mediterránea y capital emprendedora
Ahora, es necesario hablar de la actualidad. Alicante ya no es solo turismo, también es asociada con innovación, logística y talento. El TRAM metropolitano conecta la ciudad con toda la costa norte. El aeropuerto Alicante-Elche mueve más de 15 millones de pasajeros anuales. El puerto acoge cruceros y mueve mercancía con eficacia.
Pero lo más interesante está en el sector tecnológico: la reapertura de la Ciudad de la Luz como hub de economía digital ha dado paso a un ecosistema empresarial con más de 150 startups, muchas centradas en videojuegos, IA y soluciones digitales (Ayuntamiento de Alicante, 2016). La sede europea de la EUIPO añade un perfil jurídico y comercial de primer nivel.
Alicante hoy se presenta así:
- Más del 80% de su PIB municipal viene del sector servicios
- Cuenta con universidades, parques científicos y una comunidad profesional internacional
- Está conectada por AVE con Madrid y próximamente con Francia vía el Corredor Mediterráneo.
Su posición estratégica la sigue colocando como un nodo logístico y empresarial ideal para operaciones con África del Norte, Europa Central y el eje ibérico. La apertura al mundo no es un eslogan, es la consecuencia de siglos operando como puerto internacional.
Lo que la historia enseña al empresario: tres valores que definen a Alicante

Vamos a lo importante. ¿Qué puede aprender hoy un empresario de la historia de Alicante?
1. Resiliencia:
Desde el bombardeo de 1691 hasta la Guerra Civil, la ciudad ha caído y se ha levantado. Y siempre con un modelo claro: recuperar el capital productivo, atraer inversión y consolidar ventajas estructurales. Esa cultura sigue viva en empresas locales que sobreviven a crisis y reinventan su modelo cuando hace falta.
2. Adaptación:
Del comercio medieval a la industria del XIX. Del turismo incipiente al digital hub del XXI. La transformación de Alicante es una constante. Las empresas que triunfan aquí no son las más grandes, sino las más rápidas en leer el entorno; flexibilidad operativa, diversificación inteligente, es ADN alicantino.
3. Apertura:
Alicante siempre ha sido punto de entrada: de ideas, de productos, de personas. Colonias extranjeras en la Edad Moderna, turismo europeo desde los 60, profesionales digitales hoy. Esa apertura no es pasividad, es estrategia; es saber integrar lo externo para potenciar lo propio.
Alicante, una lección estratégica en cada siglo

Llegados al final, y debo decirte que luego de esta investigación que hice, puedo afirmar que Alicante a través del tiempo no es solo un relato histórico entretenido. Es una guía práctica sobre cómo afrontar los desafíos que toda ciudad (y todo negocio) enfrenta: incertidumbre, competencia, disrupción. Su evolución histórica no ha sido lineal ni fácil. Ha sido compleja, accidentada, pero constante en una cosa: la voluntad de prosperar.
Entender la historia de Alicante es comprender cómo una ciudad de origen íbero-romano se convirtió en un referente logístico, tecnológico y cultural en el Mediterráneo occidental. Su transformación no ha sido un golpe de suerte. Ha sido trabajo, visión y estrategia.
Cualquiera que quiera hacer negocios aquí, o en cualquier ciudad del mundo, debería estudiar Alicante a través del tiempo. Porque detrás de cada calle, cada puerto, cada decisión urbanística, hay una lección empresarial esperando ser aplicada.
Referencias:
- Azuar Ruiz, R., et al. (1990). Historia de la ciudad de Alicante (Edad Media Islámica). Alicante: Ayuntamiento de Alicante.
- Giménez López, E., et al. (1990). Historia de la ciudad de Alicante (Edad Moderna). Alicante: Ayuntamiento de Alicante.
- Hinojosa Montalvo, J., et al. (1990). Historia de la ciudad de Alicante (Edad Media Cristiana). Alicante: Ayuntamiento de Alicante.
- Llobregat Conesa, E., et al. (1990). Historia de la ciudad de Alicante (Edad Antigua). Alicante: Ayuntamiento de Alicante.
- Pérez Oca, M. Á. (2014). Alicante, biografía de una ciudad. Madrid: Temporae.
- Ayuntamiento de Alicante. (2016). Propuesta de elaboración del Plan de ciudad de Alicante 2016-2024 (documento técnico). Alicante: Ayuntamiento de Alicante – Agencia de Desarrollo Local.
- Reinosa, A. (2022, enero 19). Historia hotelera de Alicante: de cuando Isabel II visitó la ciudad y puso de moda la palabra turista. El Español – Alicante, sección Cultura. Recuperado de https://www.elespanol.com








