Has escuchado alguna vez acerca del síndrome del impostor. Pues a todos nos ha pasado en algún momento. Es ineludible engrandecer nuestras capacidades y cualidades cuando se trata de presentar nuestro curriculum; cuando se aspira a un puesto de trabajo que presume ser un avance en lo profesional.
Cuando sobreviene el síndrome del impostor se posee la sensación de que personificamos una pose; o que somos ignominiosos o simplemente no estamos cualificados para la ocupación que nos han delegado o el puesto al que nos hemos postulado.
Cómo podemos gestionar el síndrome del impostor
Si en otra oportunidad sientes esta sensación conviene que tengas presente algunas sugerencias:
Debes reconocer todos los beneficios que se puede tener al ser un novato: Esto significa que siempre existe algo positivo de ser nuevo en tu área. Cuando uno no está tan lleno de todo el conocimiento convencional de un trabajo o industria específica, logra proponer temas que antes no se habían propuesto o aproximarse a la solución de los inconvenientes de otras formas que no han pensado.
Acoge una mentalidad de aprendizaje: Esto se trata de que te concentres más en lo que estás aprendiendo, más que en tu rendimiento o productividad. Valora que tus limitaciones y pasos errados te pueden ayudar a desarrollarte.
Ten presente siempre que no estás solo: en las circunstancias en las que te sientes como un impostor, seguramente es que otros también están en tu situación y se sientan de la misma forma. Lo más importante es no sentirse como un fracasado.
Generalmente, esta sensación de impostor está profundamente conexa a nuestra antipatía al cambio y a proponerse salir de la zona de confort. Por lo tanto, es hora de dejar de mortificarnos por no saberlo todo y sigamos aprendiendo.
Si no sabes algo, admítelo, y no pasara nada. No lo sabes todo, y jamás vas a saberlo.
(También puedes leer: Currículum Vitae ciego: para acabar con la discriminación laboral)
