Charlas motivacionales en las empresas, realmente ¿funcionan? ¿Son prácticas? ¿Verdaderamente valen para algo? Hay que recordar que como en todas las carreras hay buenos, malos y regulares profesionales. Y es nuestra decisión asistir o no a uno de esos programas.
Sin embargo, algunos empleados no pueden decidir. Son esos empleados que asisten a la charla de turno, a la reiterada. En la que le indican que ha de producir más, oyen chistes que ya han oído antes; y, al estar en grupo, o acaban por contagiarse del ambiente o se van a casa con la impresión de haber perdido el tiempo.
¿Son efectivas? ¿Los trabajadores son más felices después de las charlas motivacionales?
Así como cuando estudiamos para un examen, lo significativo no es sólo aprobar el examen; sino además que algún conocimiento lucrativo quede retenido en nuestro cerebro. Y de eso, se presume que van dirigidas estas charlas motivacionales en las empresas. Un jefe exige a su nómina a asistir a estas conferencias. Con el fin de lograr la productividad y la eficiencia.
¿Realmente este es el fin? ¿Con el de carcajearse durante varias horas? o con algo que, expuesto de forma placentera, les sirve para optimizar su productividad a nivel profesional.
Es importante tener presente que no está demostrado que la vida de los empleados vaya a cambiar al presenciar una charla motivacional. Por muy costoso que sea. No. Las personas cambiamos o corregimos nuestras debilidades a base de perseverancia y de tener interiorizado esas ganas de progresar.
Cuando todo se termina, cuando se apagan las luces, y las frases perspicaces se atenúan, ¿qué ha conseguido el motivador, además de ganar un dinero? Eso es lo que hay que plantearse antes de presenciar a una charla de este calibre.
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