Personalidades difíciles en la empresa, como lidiar con ellas

Personalidades difíciles en la empresa, como lidiar con ellas
Personalidades difíciles en la empresa, como lidiar con ellas


Personalidades difíciles en la empresa, como lidiar con ellas. Las personas con baja inteligencia emocional. También conocidas como EQ, es generalmente más complicado trabajar con ellas por tener un carácter más difícil.

En concreto por su baja o nula asertividad y empatía lo que les hacer ser más gruñones, más negativas y más erráticas que la media de la gente.

Cómo colaborar con esas personalidades difíciles en la empresa:

Se amable: Solo porque alguien sea desagradable no es razón suficiente para que tú también tengas que serlo. De hecho, puedes convertirte en un agente calmante para las personas de baja EQ si se hace un esfuerzo por actuar educada y amablemente.

Sea explícito: Evita las sutilezas sociales, o serás mal interpretado. Los individuos de bajo EQ son generalmente menos capaces de leer entre líneas, y su capacidad de decodificar las intenciones de otros suele ser limitada.

No te ofendas: Las personas con EQ bajo son contundentes. Tienen una baja sensibilidad interpersonal y les resulta difícil simpatizar con los demás, por lo que pueden encontrarse como políticamente incorrecto o demasiado directo. La clave no es tomar las cosas personalmente.

Evidentemente, es indudable que trabajar con personas de este tipo, que no son una excepción, resulta agotador porque exige un gran esfuerzo emocional por nuestra parte. Tanto en el trabajo como fuera de él, tenemos que lidiar con personas que carecen de empatía, que no saben lo que significa la diplomacia o peor aún, desconocen el trabajo en equipo.

Así que, en otros contextos siempre podemos salir por la tangente y huir de la situación, pero ¿qué pasa en nuestro lugar de trabajo? ¿Y si nuestros compañeros de trabajo fueran como esos vecinos o conocidos de los que evitamos?

Tipos de compañeros con los que resulta difícil trabajar

Supongamos una situación diaria. Paseamos, inmersos en nuestros pensamientos, una persona conocida (no un amigo) te aconseja. No importa sobre qué tema. Sorprendido y quizás algo ofendido, le escuchas, pero no dudas en soltar alguna frase ofensiva en la que quede claro que nadie le ha pedido su opinión.

¿Pero qué pasaría si esa misma persona estuviera a nuestro lado en un entorno profesional? La situación no sería la misma. Y nuestra reacción tampoco. Sacaremos a pasear la diplomacia por el bien común y el nuestro.

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