Frase atribuida a Albert Einstein ampliamente reconocido como uno de los más influentes científicos del siglo XX. Las preguntas nos invitan a explorar y descubrir, e insta a buscar soluciones.
La curiosidad tiene su propia razón de ser en los negocios, todo emprendimiento nace de una idea que por diversas razones despierta en una o más personas; el interés suficiente como para embarcarse en un viaje, que tiene como objetivo hacer realidad dicha idea.
Los emprendimientos tienen que estar llenos de creatividad, innovación, de ideas que no hayan sido explotas, partiendo de la originalidad.
Debemos hacernos preguntas sobre de marketing, ser oportunos y precavidos al empezar nuestro emprendimiento; ya que una idea trabajada de años que tardamos en pulirla puede pasar desapercibida. También una idea mediocre en un justo momento puede convertirse en un total éxito.
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Albert Einstein nos insta a pensar que no existe un molde que nos convierta en emprendedor, pero si el formularnos preguntas como:
¿Realmente quiero ser un emprendedor? ¿Tengo una idea de algún producto o servicio con el cual quiera emprender? ¿De la palabra a la acción para ser exitoso, construyendo mi historia como emprendedor?
Existe una sobreexposición sobre el tema, palabras como innovación, discursos elaborados que en el fondo no dan el clavo con lo que significa emprender. Preguntarnos si tenemos conocimientos sobre gestión de negocios; somos competentes para la creación de la empresa u organización, hasta la producción y venta del producto o servicio.
Con la cultura digital, el mundo tecnológico, los llamados gurú sobre el emprendimiento, hacen creer a sus seguidores que emprender es soplar y hacer botella, creyéndose los Steve Jobs del momento y es preocupante; ya que el significado de emprender se disuelve en el aire, queda en la nube y estos coach frustrados se llenan la boca de mentiras, prometiéndonos alcanzar la felicidad y libertad financiera.
